El problema de la Metafísica en Aristóteles.

Me gustaría comenzar por el origen de la palabra Metafísica para poder entender el fin último de la misma.

Andrónico de Rodas fue el undécimo discípulo de Aristóteles a quien le asignaron la tarea de reordenar los textos de su Maestro. Este en consecuencia comenzó a armarlos secuencialmente hasta toparse con algo que no trataba sobre la Física sino sobre algo que iba más allá y que trataba de explicar razonamientos superiores intrínsecos con el alma y lo que subyace en ella, llevando todas las consecuencias que se procrean en el derrotero.

Esta Obra de Arte que tuve la oportunidad de leer hace un par de años, está compuesta por catorce (14) libros donde discurren temas elevados a lo más excelso del ser humano, poniendo en el tapiz de la verdad demasiadas controversias que el espíritu científico dispondrá para su análisis cauteloso por numerosos personajes del hilo de la ciencia.

El libro cuarto es el primero donde se trata la cuestión “del ser en tanto que ser”, pasando por sus propiedades, hallando la ciencia a la cual corresponde este estudio (Filosofía), creando diatribas entre las afirmaciones y negaciones, la apariencia del objeto con sus respectivas refutaciones y del sistema de los que pretenden que todo es unidireccional (todo es verdadero o todo es falso).

En el libro séptimo de aborda el tema del primer ser, refiriéndose a las dificultades relativas a la sustancia y su forma. No conforme con este panorama, en el libro octavo, se hace una recapitulación por demás interesante sobre la sustancia dándole actuación a los seres sensibles, considerando la producción y destrucción de la sustancia.

Los libros antes nombrados son los que medularmente tratan sobre ontología (aunque en los libros duodécimo y décimo tercero tratan sobre esencia y seres matemáticos), y sobre ellos me concentraré con más vigor para esta producción.

Le corresponde a la Filosofía el estudio del ser en cuanto al ser, debido a que ésta especula desde lo general hasta lo específico y viceversa, separando los aditamentos que causan menoscabo y van en detrimento a la misma situación del ente. En la afanosa búsqueda de sus principios y las causas más altas, se nos haría evidente la consecución de razones lógicas que armen estos principios y los accidentes que al ente se hacen inherentes, entendiendo por accidente a todas aquellas condiciones propias del ser en cuanto al ser, que tienden a ser inmanentes, pero se pueden o no manifestar en el transitar de la vida. Por eso también nosotros debemos comprender las primeras causas del ser en cuanto al ser.

Es interesante cuando se trata sobre la dualidad de las cosas, por una parte, que una misma cosa es y no es, y que por otra la conciben así. Pero enseguida se puede ver como como el lenguaje empleado en cada frase de ese pasaje, demuestra la imposibilidad de ser y no ser simultáneamente dando firmeza a la afirmación de ser; ese el principio de todo, los contrarios no pueden ser el principio de todo.

“Exigen, ciertamente, algunos, por ignorancia, que también esto se demuestre; es ignorancia, en efecto, no conocer de qué cosas se debe buscar demostración y de qué cosas no. Pues es imposible que haya demostración absolutamente de todas las cosas (ya que se procedería al infinito, de manera que tampoco así habría demostración); y, si de algunas cosas no se debe buscar demostración, ¿acaso pueden decirnos qué principio la necesita menos que éste? “

La quididad es tratada como el primer ente o primer ser de todos, que no es el contrario de algo, pero es definido como el principio de todo por ser sustancia. Las demás cosas seguirán siendo entes por configuración propia, por accidente, por cantidades, cualidades o afecciones; de modo tal que el ente absoluto será la sustancia.

Lo concluido anteriormente me lleva a razonar sobre el problema metafísico hoy en día sin perder de rastro la historicidad de la misma. Por ello, me remonto desde 1921 hasta 1936 aproximadamente cuando los positivistas del Círculo de Viena junto con su colaborador externo (Ludwig Wittgenstein) lucharon en contra de la Metafísica por ser un “sinsentido” para la ciencia y sólo se dedicaba a construir oraciones observacionales que no contribuían a lo que ellos pregonaban. Por otro lado, la Escuela de Frankfurt se debatía para aceptar la Metafísica y toda su carga con sus representantes más ilustres formados por comunistas quienes seguían las teorías de Marx principalmente.

Por mi parte puedo asegurar que la Metafísica forma y seguirá formando parte única y presencial de las ciencias formales y es por la cantidad de preguntas que se hace sobre la condición del ser y lo que en su haber existe. La matemática y la lógica no podrían subsistir sin estar amparadas en una metafísica que responda a sus necesidades. Son el más alto escalafón en cuanto a la abstracción se refiere y eso sólo ocurre en presencia de preguntas válidas y fácilmente reconocibles por esta parte de la filosofía.

Jhonan José Escalona Arteaga

Licenciado en Educación

Magister en Enseñanza de la Física

Doctorante en Educación

Diplomado en Filosofía de las Ciencias

Imagen tomada de libro “Metafísica Aristóteles” (Createspace Independent Publishing Platform) 

 

 

 

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